En el capítulo anterior finalizábamos con la posibilidad de celebración de los carnavales de un modo oficial y la temprana respuesta que tuvo el pueblo malagueño en la formación de grupos tras cuarenta años de silencio. En enero del ochenta, se suceden varios hechos que culminarán con la posterior celebración de la fiesta, una vez llegado febrero.
Así, en torno a la peña Victoriana El Rocío nacería la murga Los Chupitiras como iniciativa de un grupo de socios que de niños vivieron el carnaval de premuera de la mano del coro Los Aviadores y otras agrupaciones de los años veinte y treinta, y de la comparsa Los Marineros de 1936 dirigida por José Pinazo, popular compositor y letrista del barrio de la Victoria conocido como “el Conejo" (2).
La murga de Los Chupitiras basó la mayor parte de sus coplillas en las letras de estas dos agrupaciones recuperando así una parcela olvidada en la historia de la ciudad:
Cómo está España para vivir.
Le preguntaron a un pobre obrero
la otra tarde en el muelle
dos turistas extranjeros.
Yo gano cuatro pesetas
aunque mi jornal no es fijo
con este gran capital
tengo mi mujer y tres hijos
en la casa no tenemos
sillas ni mesas ni clavos
y nuestros vestidos son
especie de taparrabos.
Porque no le pago
me grita el tendero
y a la calle quiere
tirarme el casero.
Yo no puedo gobernar
mi casa de esta manera.
Yo no la puedo gobernar.
presento mi dimisión
como Primo de Rivera (3)(**).
(Coro Los Aviadores, 193...)
La murga Los Chupitiras estaba formada por las niñas: María del Carmen Mateo y las hermanas Gil, además de Pedro Doblas, José Gil, Pedro Rosas, Manuel Muñoz. Antonio Arlandi, Miquel González, Enrique Pinazo (nieto de José Pinazo "el Conejo"), Antonio Ortega, Rafael Alarcón y Mariano Bravo Garrido, como director.
El disfraz representaba al típico marengo con cenachos y la instrumentación consistía en caja, bombo y pitos, prescindiendo de la guitarra, al igual que las antiguas murgas malagueñas. Este hecho era lógico, dado el seno tan típico donde se formó la agrupación, aún ajeno a cualquier tipo de influencias gaditanas. El estribillo de la murga decía así:
Claveles, claveles rojos
claveles como la grana.
Madre, cómpreme usted uno
que se va la Victoriana
Victoriana del Rocío (Bis) (4).
Otra de las coplas recuperadas por la murga fue la titulada "La moneda mezquina", basada, al parecer, en un hecho real ocurrido en un estercolero de la barrida del Palo, en los años treinta:
Tirada en la basura
estaba un día
una moneda de oro
que a un rico avaro pertenecía.
En el fango y cubierta de cieno
la moneda un día apareció
y en los grandes corrales de la huerta
la moneda su brilló perdió.
La basura que tenía,
los cerdos se la comieron
y la moneda mezquina
para nada quisieron.
Cierto día un hortelano
en el huerto la encontró
y satisfecho y ufano
a su hermano se la enseñó.
Como dos fieras dañinas
siendo hermanos se mataron,
por la moneda mezquina
por la moneda mezquina
que los cerdos despreciaron (5).
(Comparsa LOS MARINEROS, 1936)
Esta copla, al igual que la anterior del Coro de Los Aviadores, da cuenta de la calidad y buen hacer de los letristas de la época, lo que contrasta con las popularísimas letras de Diego Villalba el Bollero de un carácter más pícaro. Resulta curioso comprobar cómo en la memoria han perdurado más las coplillas del Bollero que las de otros importantes autores del carnaval de pre-guerra como el ya mencionado Conejo, o Francisco Banderas en el barrio de la Trinidad.
Del mismo modo, y en las primeras semanas del año ochenta nacería la cuarta murga de la ciudad. Esta vez, y al igual que en el caso de Los Chupitiras sería en el seno de otro de los barrios más carnavaleros: el Perchel. La murga, integrada por socios de la peña perchelera, se denominó Caracola perchelera, y paralelamente a Los Chupitiras, estuvo asesorada por una conocedora de los antiguos carnavales llamada doña Vicenta Peinado, quien rememoró las coplas y el carácter murguista de Bollero y Rojas. La murga ofreció unas características muy similares a la del barrio de la Victoria, atendiendo a la instrumentación, utilizando solamente bombo, caja y pitos.
Lo que nos lleva a inferir que las antiguas murgas malagueñas debían tener sólo estos instrumentos, prescindiendo del acompañamiento de guitarras, laúdes... a diferencia de los coros y comparsas de la época.
Caracola Perchelera, se disfrazó de marengo-cenachero malagueño, con una banda cruzada con una caracola. Sus componentes fueron: Francisco y Manuel Segura, Juan Villodres, José Luis Alarcón, Manuel Olea, Antonio, Jorge y José Molina, Alonso Colomo, Enrique Gutiérrez, Miguel Olmo, José López y los niños: Eduardo Segura, Rafael de Haro y Juan Carlos Villodores, además de la ya referida, Vicenta Peinado (6).
Una de las coplas que la murga recuperó y cantó fue:
Una niña más seca que un palo
pelá a lo garsón (sic) pelá a lo garsón
en lo alto calle Refino
pegó un resbalón, (bis)
al caerse la niña de espalda
se le vio el tiznón, se le vio el tiznón
y el Bollero que estaba delante
se lo blanqueó.
Qué barbaridad, qué barbaridad
si el Bollero le dio con la brocha
por algo será, por algo será.
Estribillo:
Van las niñas por las calles
sin mangas en las blusillas
y luciendo los sobacos
con las faldas tan cortillas
que cuando se agachan un poco
les vemos el gusarapo (7) (*).
Se puede afirmar, sin temor a equivoco, que la fiesta del carnaval durante sus primeros años, encontró en las peñas de la ciudad un gran aliado. De manera que, destacados directivos de las mismas y miembros de las distintas agrupaciones, encauzaron una interminable serie de gestiones frente a las instituciones malagueñas (Ayuntamiento, Diputación Provincial, Gobierno Civil, etc.) para la organización del carnaval 1980. Este binomio carnaval-peñas será un motor fundamental para mantener viva la llama de la fiesta durante casi un lustro.
Además de las peñas, otros colectivos de la ciudad se iban decantando en favor del Carnaval. Fue la asociación del Gran Centro Comercial de Málaga, en reunión celebrada el catorce de febrero, bajo la presidencia de Félix Gancedo, quien aprobó en uno de los puntos del orden del día apoyar a las fiestas del carnaval y hacer un llamamiento a los malagueños para que se sumen a estos festejos que son propia esencia de nosotros mismos: A causa de la cercanía de las fechas de carnaval, este apoyo se limitó a la instalación del sistema de megafonía en el recinto Eduardo Ocón e inmediaciones, a través de su empresa asociada Carrasco (25). Del mismo modo, la Asociación Coordinadora de peñas, Casa regionales y Grupos culturales, publicó la siguiente carta en la prensa local titulada: La celebración de los carnavales:
“Sr. Director del Diario SUR
Muy señor nuestro:
Con el ruego de publicación en el diario de su digna dirección, nos place dirigirle la presente para conocimiento del pueblo de Málaga:
La Asociación Coordinadora de peñas, Casa regionales y Grupos culturales, en nombre propio y en el de la Delegación de cultura del Excmo. Ayuntamiento, quiere hacer saber a todas las entidades, asociaciones de vecinos y al pueblo de Málaga en general, que el motivo de celebración de los carnavales es con el solo objeto de intentar resurgirlos y pulsar el sentir de Málaga para con los mismos, y a la vista de ellos, empezar a trabajar a partir del próximo mes de marzo en los del 81, año que sería el de los primeros Carnavales de Málaga, que se celebrarían con el esplendor y categoría que nuestra ciudad se merecen.
Muy agradecido por la colaboración que siempre nos prestan, aprovechamos para saludarle muy atentamente. su affmo.
Por la Coordinadora.
Cristóbal Ruiz Molero.” (8)
Junto a este llamamiento se realizaron otros más directos por parte del gran centro comercial, como por ejemplo, a la Asociación Amigos de la bicicleta para su participación en el desfile de carnaval.
La primera edición del carnaval malagueño en su etapa contemporánea, tuvo lugar durante los días 16 al 20 de febrero, aunque el programa oficial de actos comprendía sólo dos únicas jornadas: las del sábado 16 y domingo 17 de febrero.
La crónica de la primera jornada del carnaval malagueño, comandada bajo el epígrafe de "Málaga por sus carnavales 1980”, comenzó a primeras horas de la tarde con una concentración de participantes para el desfile de carnaval en las inmediaciones del Hospital Noble, de donde partió para recorrer el paseo central del Parque, cerrado al tráfico. Mientras, la murga Caracola Perchelera realizaba su entraba en Málaga por mar, a bordo de dos yates que habían partido del puerto deportivo del Club El Candado, para ser recibidos por la Agrupación de tambores y cornetas de la OJE, ambos eventos organizados por socios de la peña que daba nombre a la murga.
Concluido el desfile, tuvo lugar en el recinto musical Eduardo Ocón, la recepción de autoridades, grupos e invitados y la lectura por parte de Julián de la Maza -murguista de Los Maomas (sin "H")- del primer pregón de la historia reciente del carnaval malagueño, Julián de la Maza, lo recuerda así: “Lo escribí con mucho cariño, y únicamente pretendí justificar los carnavales en Málaga. Nosotros no tratábamos de imitar a nadie, ni de poner en marcha una fiesta que nunca había existido en nuestro pueblo, sino de recuperar unos carnavales propios que durante cincuenta años habían dejado de celebrarse” (9). Tras la lectura del pregón, dio comienzo un festival de murgas y comparsas en el que intervinieron los grupos de carnaval de la ciudad ya citados.
Con la actuación de las murgas y comparsas, el Parque se cubrió definitivamente los ojos con un antifaz y Málaga, comenzaba sin pretensiones, pero con un gran orgullo, su nueva etapa carnavalesca. Aquella noche, aún hoy es recordada con nostalgia, como uno de los acontecimientos más populares y míticos del nuevo carnaval, despertando la emoción colectiva de quienes empeñaron sus esfuerzos e ilusiones en un proyecto tan revolucionario para la ciudad.
Aquí estamos los Maomas
cantando sus cuchufletas
queremos que todos rían
y se olviden de las letras.
En mi Málaga la bella
nos han comido a todos el coco
y nos estamos insultando
con los coches y las motos.
Entre los turistas
que viene de afuera
y lo pisos a plazos
que ya tienen tela.
El tráfico en las calles
nos tiene asustao
y de la leche del sinvivir
terminarás cansao.
Y vamos a recordar
que los buenos cachondeos
se daban en carnaval... (10).
(Murga LOS MAOMAS (sin “H”), 1980)
Tras el festival, las murgas y la comparsa, fueron recorriendo las diferentes casetas instaladas en el Paseo del Parque por las peñas, San Vicente, Virreina, Los Ángeles, Nuestra Señora del Carmen, Perchelera, Costa del Sol y la Coordinadora de peñas y Casas regionales, entonando sus coplillas a la vez que los disfrazados se convertían en los protagonistas de la atención del público
De aquella noche, aún se recuerda a Manuel Ruiz "el papa" disfrazado de Abeja Maya -simpática abeja de dibujos animados cuya serie se proyectaba entonces en televisión-, a los numerosos travestíes ataviados con sus trajes de faralaes y al grupo fúnebre de la peña Montesol compuesto por un muerto con ataúd, viuda -que lloraba la pérdida viril de su esposo-, familiares y portadores del fallecido entre otros muchos disfrazados (11).
Esto es un homenaje
para un hombre sincero
que queremos compararlo
con otro que fue el Bollero.
(...)
Ese hombrecillo es Manuel Ruiz
su apodo, el Papa,
lo mejor que hay aquí.
(Murga LOS NIÑOS DE LA MIGA, 1981)
Paralelamente a todos estos actos oficiales, debemos reseñar la fiesta de disfraces para adultos celebrada en los salones de la peña Malaguista, en la que se consiguió un éxito de participación sin precedentes en la entidad de la Plaza del Carbón. Igualmente, en la peña Victoriana El Rocío, realizó un programa de actos durante las fechas del carnaval durante los día 15 al 17 de febrero, incluyendo concursos de disfraces tanto infantiles como para adultos (12).
Esta murga malagueña
que de colores no sabe
pero lleva en sus entrañas
el cariño de sus lares.
Hoy denuncio ante vosotros
con gran pena y sentimiento
el olvido que a esta tierra
le tuvo siempre el gobierno.
Si nuestros padres anduvieron emigrados
otros hicieron esa gran Costa del Sol
y para nosotros pena y desesperación,
Málaga de mis amores
hora es que despiertes ya
y pidas que se te ponga
en un plano de igualdad,
que de ahora y por siempre
nos cesamos [sic] de gritar
que la gente de esta tierra
sólo quiere trabajar (13).
(Murga CLAUDIO Y SUS SENADORES, 1980)
El día siguiente, domingo 17, comenzó en el Recinto Eduardo Ocón, desarrollándose un concurso infantil de disfraces que serviría de prólogo a una mañana cargada de actos, culminada con la actuación de los grupos de baile de las peñas de Málaga y una concentración de murgas y comparsas que fue denominada Festival Mayor de los carnavales.
Es importante reseñar la importancia de los actos infantiles que se celebraron en este nuevo carnaval, el objetivo fue doble: de un lado, imbuir el espíritu carnavalesco a los más pequeños, y de otro, llevar a nuestros más mayores el carnaval de la mano de sus nietos (14).
La peña Costa del Sol, organizó un desfile desde el barrio de Huelin hasta el Recinto Eduardo Ocón para participar en el Festival Mayor de carnavales. En el singular cortejo, intervinieron unas peculiares majorettes y la murga Claudio y sus Senadores. El acontecimiento aún hoy, se recuerda como uno más de la alianza de nuestras peñas con el carnaval (15).
Vaya lío. vaya lío...
el que tiene formado la Hacienda.
Vaya lío, vaya lío...
que en mi Málaga no hay alegría
con los comecocos de aquí y de allá
el que quiera que pague el impuesto
pero que regrese nuestro carnaval (16).
(Murga LOS MAOMAS (sin "H"), 1980)
Los diferentes actos se reanudaron a las cuatro y media de la tarde con la actuación de los grupos de baile de las peñas y posteriormente de la banda municipal de Málaga. Sobre las siete de la tarde se realizó un baile popular y a las ocho y media se reanudó el Festival Mayor de los carnavales hasta las diez y media de la noche, hora en la que comenzó un concurso de disfraces que culminó con la elección de la reina mayor de los carnavales. Finalmente, a las doce de la noche tuvo lugar la clausura de actos oficiales del carnaval con una traca de fuegos artificiales.
Concluyeron de esta manera, unas jornadas históricas en las que la ciudad recuperó sus viejos carnavales, y en los que los malagueños tomaron el Paseo del Parque como prueba de entusiasmo general. Todo, como punto y final a un año cargado de reivindicaciones por parte de múltiples sectores de la ciudad (Ayuntamiento, Centro comercial, peñas, etc.) que desgraciadamente se desvaneció en un período de tiempo muy breve.
Del libro: Málaga, Carnaval 1979-1983 de José Miguel Morales y David Delfín